Cuando empezó la temporada los aficionados del
Granada no pensábamos en otra cosa que no fuera conseguir la permanencia fuera como fuese. Tras 35 años vagando por Segunda, Segunda B e incluso Tercera, la Primera División es, sin duda, el cielo. Yo mismo, como conté en
mi post del ascenso, nunca en mi vida había visto al Granada en Primera. Sin embargo, al mirar la plantilla lo veíamos crudo: un equipo joven y con calidad pero carente de la experiencia necesaria en Primera División. Y así se puso de manifiesto en las
primeras jornadas de la Liga en las que el equipo empezó de manera dubitativa, sin cogerle el pulso a la categoría, perdiendo encuentros y puntos muy importantes con rivales directos. Algunas de estas derrotas llegaron de la manera más dolorosa con goles en los minutos finales en partidos que parecían controlados como sucedió con el Betis, la Real Sociedad, el Sporting o el Racing.
